Asiento 49: sed

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De aquél río de vino bebido con lluvia qué queda.

Ya supuse que la persistente afonía de la tierra

en algo iba a ir a la vida de aquella cepa,

a la que amo, ya desorbitada y muerta.

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Asiento 48: febril.

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Sin que tú lo sepas me siento a tu lado,

abro el periódico a las noticias de economía,

a la bolsa y sus cotizaciones,

tú estás allí, en esa sección llamada

rentabilidad íntima, te percibo, día a día,

sé que estás junto a un surco estrecho,

y yo estoy, con mis labios enteros,

adquiriendo participaciones de tiempo,

o de nada, no me importa perder/te,

me importa tu pulso oculto, febril,

ese que conmigo cotiza a la vida,

pues leer otra sección te da pie a sentirte

efímero, minúsculo. Te espero junto al camino,

desnudo, lleno de dudas y una deuda: Tú.


Amar a mares

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Asiento 47: el fruto.

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Si te clava un fruto el azar,
cómelo,
no sepas, no interpretes
boca y sueño,
únicos cómplices.
Ya saldrá la memoria después
mendigando recuerdos.
La lluvia, a quien de veras
pertenece el fruto.

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