martes, 10 de abril de 2012

Asiento 42: azahares.



Azahar de la talla de un cuerpo,
vivir en Abril al borde de un naranjo,
sentir que el negro no existe,
modo en que el sol nos llena de abejas.

Ferviente lengua como azahar,
lago de plomo hundido,
calle reventada hacia el cielo,
suelo, gran faquir de pétalos mínimos.

Hasta mi silla vinieron hoy
los lagares del azahar,
si el fermento es una dedicatoria,
un estímulo la vida.







Soleá de Enrique Morente con Sabicas

RAMITO DE AZAHAR

Ramito de azahar
pintao en un papel verde,
un Antoñita me mata
que otra Manuela me pierde.

Se visten de colorao
y yo me visto de negro
en pensar que me ha dejao
la estrellitas del cielo
se visten de colorao.

Anda y cuentale esas quejas
al que fuera tu enemigo
que hasta el corazón me duele
dejarselo bien contigo
anda y cuentale esta quejas
al que fuera tu enemigo.

Y esto sentiítos míos
ay por mas vueltas que le doy
mas grande es mi desvarío.

7 comentarios:

JosepMª dijo...

En mi pueblo no hay naranjos.
El frío invernal no les permite vivir.
Pero recuerdo, desde el fondo de mi memoria,
un naranjo.
Sólo uno, que por silvestre,
y en lugar recogido,
soportaba todos los inviernos.
Sus naranjas eran muy ácidas,
imposibles de comer.
(las usaban para limpiar tripas,
en felices días de mondongo)
Lo cuidaban por sus flores.
Con ellas, destilaban,
según remota receta,
una exquisita agua de azahar
(aquí _aiguanaf)
que remediaba desmayos
y perfumaba narices, gargantas y pasteles.

Carmen dijo...

¡qué fotografía tan luminosa! le entran a una ganas de ser abeja y zambullirse

a mí me gusta el olor del azahar, al igual que otros, a bocanadas, sin encierros, cuando vas caminando y a suaves oleadas te inunda y ya no sabes decir si has atrapado un olor o él te ha atrapado a ti

y como bien dice el poema los pétalos mínimos suavizan el asfalto y sientes la vida más amable y el cielo más azul

mientras tanto, se viven los desvaríos que nos canta Morente

un beso de abril, que es un beso de azahar

Tempero dijo...

Está habiendo problemas con el servidor de la música. Desconozco el por qué. Si alguien quiere el archivo a través del correo que me lo diga.

A los dos os dejo un extracto como exquisita agua de azahar (qué primor, Josep, frente a tanto perfume desbordante y manipulador hoy día) de un poema tan duro como bello de Miguel Hernández (El último rincón):

El naranjo sabe a vida
y el olivo a tiempo sabe.
Y entre el clamor de los dos
mis pasiones se debaten.


Muchos abrazos a los dos.

JosepMª dijo...

No he podido abrir el archivo de música.

América dijo...

Yo escucho perfectamente...Poema e imagen un regalo para los sentidos, leyéndote me viene aquello de las miradas de azar.
De Morente para repetir la escucha.

Tempero dijo...

R., yo creo que Morente miraba desde el Albaicín (barrio precioso de Granada, ciudad en la que vivía) sierra Nevada y se nutría sus ojos y, de ahí pasaba al cante.
No hay que dejar que las cosas pasen por nuestros sentidos sin hacer hincapié en ellas.

¿Tenéis limoneros allá?

Un beso.

América dijo...

Claro...limones hermosos,verdes...Y uno que se recuerda en especial, según la leyenda....
"En la esquina de Miracielos
hubo una breve oscilación;
los portadores de las andas
se detuvieron; Monseñor
el Arzobispo, alzó los ojos
hacia la Cruz; la cruz de Dios,
al pasar bajo el limonero,
entre sus gajos se enredó.
Sobre la frente del Mesías
hubo un rebote de verdor
y entre sus rizos tembló el oro
amarillo de la sazón"
EL LIMONERO DEL SEÑOR
Leyenda Caraqueña.
Andrés Eloy Blanco.

Publicar un comentario