miércoles, 16 de noviembre de 2011

Asiento veintitrés: candelecho

candelecho.

(De cadalecho).
1. m. Choza levantada sobre estacas, desde donde el viñador otea y guarda toda la viña.





















Del sur esta palabra:
candelecho.
De por donde el Genil surca hondo.
De cuando un racimo sujetaba el hambre.
Por donde Ellas venían,
por uno solo,
un racimo.
Porque alguien las vio
desde lo alto de un árbol.



Hace poco me contaron cómo detuvieron a su abuela y a una compañera por coger un racimo de uvas de regreso a casa. Por los años cuarenta. Tan solo pasaron un día en el cuartelillo. En la declaración fue un canasto. Fueron vistas por quien cuidaba las viña, un señor que estaba subido en un árbol, en candelecho.



Tientos de Juan Habichuela, a la voz, Josemi Carmona.

8 comentarios:

Tomás Rivero dijo...

Cuando era un niño de 13-14 años, entraba en las viñas y robaba un buen racimo, grande, orondo. Y sin moverme del sitio, me lo comía sentado en una piedra mirando el horizonte.
Así entendí el poema. Era y es, un gran y orondo racimo de uvas.

Saludos.

Carmen dijo...

cuando era una niña esperaba ansiosa el sonido de la moto de mi padre, que volvía de su jornal en el campo, le daba dos veces al pito de la moto y yo corría con la llave de la casa de mi abuelo, donde la guardaba. Algunos días dejaba que me subiera y recorría 50 metros escasos, a otra velocidad, agarrada a su cintura

él no volvía a casa, ni iba al bar como otros hombres, él se iba a la viña que siempre había querido tener, a su viña, y trabajaba allí hasta la noche

de esa época guardo la palabra sarmiento

esa viña no tenía candelecho, no era la viña de ningún terrateniente, era la viña de un hombre de campo

...¡vaya tiento que nos regalas Manuel!

gracias, dos racimos por lo menos

JosepMª dijo...

Nunca tuvieron mis viñas
oteadores.
Y en la vendimia,
todo chiquillo,
conseguía un racimo,
por obra y gracia,
cual Lazarillo.

Vaya punteo,
vaya rasgueo
de guitarra!
Qué limpieza de sonidos...

América dijo...

Las primeras que comí eran importadas y aun las importamos ,aun cuando en algunas partes se está sembrando dada las condiciones climáticas...

Siento debilidad por los tientos sin saber exactamente la razón

Tempero dijo...

Tomás, ¿quieres decir que mi poema es un poema orondo? Si es que sí, gracias. Pero pienso en cómo quedará un poema que, pasado el tiempo, se queda en pasas.(También de 'pasar'.)

Un saludo.

Tempero dijo...

La guitarra de Juan Habichuela es una de las guitarras más sabias y más templadas que nos quedan. Que nos dure, aunque hay relevos muy importantes. La próxima entrada será una guitarra de Antonio Rey. Te dejo esta taranta para abrir boca: http://youtu.be/bdP2yTzF9zQ

Suerte no ser la vuestra zona de terratenientes en aquella época. Otear ya se otea poco. Y qué bello es otear por el simple hecho de mirar lo que aparentemente está quieto: lo natural.

Amigo.

Tempero dijo...

Carmen: sarmiento es una palabra que se entrecruza. Cuando una viña se podaba en mi tierra se guardaban todos los sarmientos para la lumbre o para hacer unas chuletas a la brasa. Me agrada que la vida se entrecruce, que las historias vengan sin solicitud y que todo arda. El fuego, como dice Tomás, purifica (se lo he leído por ahí).

Te cedo uno de los dos racimos, o nos los comemos a medias.

Tempero dijo...

¿Sabemos, America, la razón por nuestra debilidad por el flamenco? Los tientos me gustan mucho más si no van seguidos de tangos. En este caso, la letra y el cante lo bordan. Son unos de mis tientos preferidos.
Un amigo que viajó hace poco a Venezuela me habló de la belleza de la regios de los Llanos. Ves, aquí nos sobra buen vino y buenas uvas. Pero no tenemos la exuberancia de allá.

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